miércoles, 13 de noviembre de 2019

Capítulo 1a: Los hechos


 Martes, 7 de Febrero, 06:00 h.
   
    Me sentía realmente enfadado. No conseguía recordar nada de lo que Aninon me había estado explicando por la tarde. Ni siquiera estaba seguro de haber hablado con ella. Bien, tenía el principio de su novela, pero... ¿Y si la llamo ahora?...No. No contestaría.

    ¿Por qué siempre me meto en estos líos?

    Aninon es buena chica, pero últimamente me preocupa.

    No está bien. No está como debería estar. O...,¿tal vez soy yo?

    Voy a llamarla.

    Marqué el número temiendo una respuesta “nivel seco Aninon”.

    Mmmm... siii...

    Aninon, soy yo, Glopo.

    Joder! Son las cinco tío! nivel seco Aninon

    Lo siento pero... es que no puedo dormir. No me acuerdo de nada y tengo tu novela.

    Mi novela?

    Sí, la que me dejaste ayer por la tarde.

    ¿Ayer por la tarde?

    Eh!, qué pasa. No me tomes el pelo.

    Oye Glopo, son las cinco y paso de comeduras de coco a estas horas. Tómate algo y déjame dormir.

    Aninon, ¿estás consciente?

    Mañana hablamos. Taluego.

    Aninooooonnnn!

    Me colgó. Claro. Lo sabía. Esta chica no está bien.

    Aninon era mi mejor amiga. Tenía treinta y cinco años, de estatura media, delgada, cabello rapado casi “al cero” y facciones dulces y suaves; parecía una adolescente, a pesar de que no se cuidaba especialmente. Reputada psicóloga clínica, nos conocimos en nuestra época de estudiantes en Barcelona, donde yo estudiaba criminología y donde compartíamos piso, ideas y sentimientos, aunque habíamos mantenido ningún tipo de relación sexual o sentimental más allá de una pura y auténtica amistad. Era la típica “rebelde con causa”: anarquista radical, antisistema y muy inteligente. Observadora, ácida, mordaz y absolutamente independiente. No aceptaba consejos de nadie aunque ella siempre estaba dispuesta a darlos. Actualmente se dedicaba a “bloguear”, “twittear”, “facebookear” e “instagramar”. También escribía artículos en prestigiosas publicaciones de psicología al tiempo que impartía alguna que otra conferencia en universidades y centros culturales. De una cultura general verdaderamente impresionante, se podía hablar con ella de cualquier tema sin temor a que no supiera estar a la altura. Se consideraba mi ayudante personal en mi trabajo de detective y, de hecho, sus dotes de análisis, su intuición, su clarividencia y su profundo conocimiento de la psiquis humana la convertía en la perfecta “colega” de investigación. No sé qué haría sin ella.

    Realmente me sentía apartado de cualquier opción. Regresar había sido todo lo que esperaba, sin duda. Aquellos enlaces inconscientes necesitaban el calor y el color del pasado y la frieza de un futuro tan incierto como temible. La soledad no resiste los cambios, los rompe brutalmente, sin perdón.

LAS TRES NIÑAS MUERTAS
Capítulo 1a
LOS HECHOS
Parte Completa
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