Martes, 7 de Febrero, 08:00 h.
¿Quién podría abrir las esferas de los recuerdos sin olvidar las formas? ¿Quién debería esconder las locas razones en el corazón de la locura? ¿Quién, al fín, sería capaz de “reformar” los olvidos sin esos recuerdos tan salvajemente arrancados? Aninon no parece pretender hacerlo, pero... ¿por qué? Ella estuvo muy cerca del camino. Me ayudó a bordear el río, a volver a esa madera olvidada, a soñar sin dormir, a dormir sin soñar, a no pensar en los últimos días del viaje: ciego, intensamente ciego. Aninon es mi último recurso, mi última oportunidad para vencer. Aninon!, necesito ayuda para volver a volver.Tres gemelas muertas, sobre la nieve, junto al río. Ojos azules, verdes y negros. Las tres brutalmente asesinadas. Ninguna huella. Los tres relojes parados a diferentes horas: las 7:07, las 7:17 y las 7:27. Curioso, extraño, muy extraño. El sargento Conacre me había llamado para mostrarme el escenario.
—Hombre “señor” Glopo, mi detective favorito. ¿Cómo va todo? —muy pocas veces me llamaba “señor”. Necesitaba de mi ayuda—
—No muy bien amigo. Tengo problemas de sueño.
—Bueno, eso nos pasa a todos.
—Ya, claro. Bien, ¿qué rollo tenemos aquí?
—Ya lo ves. Tres niñas de unos nueve años. Las tres tienen perforada la sien derecha con algo que podría ser un punzón o un destornillador. El forense dice que probablemente llevan muertas unas once horas. No hay huellas de pisadas, sólo las nuestras. Nada de sangre, ninguna marca, ... nada.
—Pero eso es imposible. ¿Cómo llegaron aquí? ¿Volando?
—Puede ser que el autor o los autores cubrieran sus huellas con nieve —Conacre se encogió de hombros—
—¿Hasta la carretera? —la carretera comarcal estaba a unos doscientos metros—
—Sí, hasta la carretera. Nada de nada. Ya te digo, ni una puta huella.
—¿Y lo de los relojes?
—Sí, muy extraño. Tres horas diferentes y ...
—¿Sabes quiénes son?
—Desde luego no son del pueblo —Trivía— ni de la comarca. Hasta el momento nadie ha denunciado su desaparición. Mis chicos” —los dos agentes a su cargo en el cuartel— ya han llamado a alcaldes, colegios y hospitales. Nadie sabe nada.
—¿No llevaban nada encima?
—Nada, la ropa, las botas y los relojes.
—¿Por qué dices que son gemelas?
—Es lo que opina el forense... ¿No lo ves? —señaló con el dedo— Son idénticas salvo en el color de los ojos. Mismos vestidos, mismas botas, mismos relojes, mismo peinado y, fíjate qué curioso, a las tres les falta el dedo meñique.
—No parecen amputados.
—Diego —el forense— dice que probablemente sea un defecto o un problema de nacimiento.
—Yo no sé nada de genética, pero tres gemelas con tres colores de ojos diferentes? Por cierto, yo creía que gemelos eran dos como máximo, no tres.
—No sé, a ver qué dicen en el Anatómico. —se refería al Instituto Anatómico Forense de Albop— Pronto llegará la “furgona” para llevarse los cuerpos. Glopo, esto es muy extraño, ¿no crees?
—¿Quién descubrió los cadáveres?
—Andreu, —un vecino del pueblo— que estaba cazando. Los vió desde allí arriba —señaló la otra parte del río— y llamó por el móvil al cuartel.
—¿No vió a nadie más por la zona?
—No. Bueno, dice que vió un helicóptero pasar dos veces por encima de la montaña.
—¿De los de rescate?
—De Andorra o tal vez de Francia, estamos a pocos kilómetros de las fronteras.
—Joder Conacre, menudo “rollo” no?
—Ya estarán con las dactilares y el adn, a ver si averigüamos algo.
perdón.
LAS TRES NIÑAS MUERTAS
Capítulo 1b
LOS HECHOS
Pendiente liberar resto del capítulo